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Es una asociación-Sociocultural que nace para difundir y recopilar la Historia de Tarifa.Esta la hacemos entre todos. Nuestra dirección es: baluarte-tarifa@hotmail.com Estamos trabajando en una página oficial para Baluarte. De momento este es un blog vinculadO a ella y con artíiculos firmados personalmente.

jueves, 29 de mayo de 2008

DOÑA MARIA CORONEL SE ABRASÓ SUS PARTES ÍNTIMAS PARA PRESERVAR SU HONRA


DOÑA MARIA CORONEL SE ABRASÓ SUS PARTES ÍNTIMAS PARA PRESERVAR SU HONRA

Grandes sufrimientos de Maria Coronel «la dama del tizón» y del «aceite hirviendo» pasó por culpa de Pedro I.
Historia y leyenda se confunden alrededor de la enigmática figura de María Coronel, tan discutida. Según la biógrafa de María, dice que era una mujer noble, inteligente, bondadosa, de una gran moral y de ilustre familia sevillana.
La muerte por Enrique II, pone fin a un colofón trágico de una vida, en la que no faltaron amores, entre ellas su amor imposible de María Coronel la «dama del tizón». Se cuenta en leyendas de aquella época, «era de familia muy rica, de fermosura extraordinaria».
La historia o leyenda de María Coronel es una página de oro en aquel siglo de traiciones y liviandades y que tan alto pone el decoro de la mujer.
María tuvo una desgraciada vida por el acoso sexual del rey que enloquecía por llevársela a la Torre del Oro y establecer, como lo hizo con muchas favoritas, relaciones deshonestas.
María Coronel nace el año 1334 el mismo año que Pedro I de Castilla. La casaron a los 15 años de edad sin haber sido ella la que eligiese marido; era una época en que la mujer no se casaba, la casaban sus padres que eran los que le elegían el futuro esposo, o los reyes si era de noble linaje.

En esta boda intervino directamente el rey Alfonso XI cuando estaba en el cerco de Algeciras junto al padre de María. Lo dice María Coronel en una larga carta de donación de bienes para la construcción del convento de Santa Inés.

Contrajo matrimonio con don Juan de la Cerda, primo segundo suyo. Al no estar legitimado el matrimonio por el papa de turno, era de nulo derecho por parentesco de sangre. Poco tiempo después D. Juan de la Cerda y María Coronel reciben la dispensa matrimonial y hay una nueva boda el día 13 de septiembre de 1350. El casamiento se celebra en una casona de Alfonso Fernández Coronel, un viejo palacete moro que estaba junto a la Iglesia de San Pedro.
En esta boda conoció el rey Pedro I a María Coronel, desde ese día la deseó ciegamente, era un deseo desordenado que junto con la enfermedad que había padecido el rey estuvo tocado toda su vida. El destino la enfrentó con un Pedro I de Castilla depravado y un desequilibrado don Juan.

El rey, fascinado, desde el mismo día que la conoció, por su belleza, empezó a cortejarla desairadamente, a pesar de haber sido él quien había ordenado que cortaran la cabeza primeramente a su padre, más tarde a su marido, por haberse revelado en su contra para apoyar a su hermanastro Enrique II. No tiene bastante con cuanto había herido a María Coronel que todas las posesiones del padre, hermano, marido, etc., habían sido confiscadas, sus casas y fincas derribadas y sus solares cubiertos con sal gorda para que no creciese ni la hierba.
Por las múltiples agresiones vernales de este don Juan, doña María Coronel y su hermana Aldonza tuvieron que refugiarse, para guardar su viudez, tras los muros y rejas del convento de las franciscanas y llorar su soledad y poder huir del acoso al que estaba sometida por Pedro I el Justiciero. La pobre María, ya viuda, no sabía entonces que ni rejas, ni muro, ni convento de clausura sería obstáculo para el empecinado rey.
El poderío, el orgullo y el honor del todopoderoso Pedro I el Cruel fue destrozado, pisoteado y demolido por la fortaleza, el heroísmo y el sublime honor de la dama del «aceite hirviendo» o de la «dama del tizón», o mejor, por la «dama de hierro» María Coronel, según cuenta la leyenda, solamente se entregó a los amores de su esposo y después en su viudez, a los del Todopoderoso.
¿Por qué es conocida como la «dama del tizón»?

La familia Coronel temiéndole a Pedro I de Castilla se fortifica en Aguilar. Envidias, odios y ambiciones personales de la nobleza se unen a las lujurias de Pedro I, deseoso de poseer los favores de las dos hermanas Coronel: Aldonza y María. A Aldonza la hace suya con mucha facilidad que tuvieron un triste y fugaz romance; a María, jamás la pudo poseer.
Pedro I instigado por Alburquerque o deseoso de ver a María viene a Aguilar en 1352 y solicita permiso para pernoctar en el castillo. Fernández Coronel no se fía de las intenciones del rey y no le autoriza entran Cabreado el rey pone cerco al castillo y el día 2 de febrero de 1353 conquista la fortaleza y Fernández Coronel es apresado y decapitado en las mismas puertas. La ejecución es presenciada por sus cuatro hijos. Terminada la ejecución es recogido el cuerpo, velado por sus hijos y preparado un cortejo fúnebre para llevarlo a Guadalajara y ser sepultado en el panteón familiar junto a los restos de su mujer. Espías del rey estaban atentos a cuanto ocurría respecto a los familiares. Hasta en esos días tristes, cuenta la leyenda, el rey tuvo la osadía de cortejar a la afligida María.
Sepultado Coronel en Guadalajara, los cuatro hermanos huérfanos regresan a Aguilar. Una leyenda que hace referencia al «tizonazo» de María, la cuenta Franco y Arezo (Museo Genealógico-Memorias de Aguilar, 1849) dice que... durante esta segunda estancia en el castillo, María Coronel temiéndose lo peor, o el regreso del rey (estaba en Córdoba) encendió una fogata e hizo uso del «tizón».
Pero la leyenda, ya María estaba en Sevilla, cuenta que no encontrando manera de huir de los requerimientos y amenazas del rey, María resolvió a la desesperanza, más deseando perder la vida por las posibles infecciones que dejarse vencer por deshonestos deseos ajenos a ella, María muy fatigada por su lucha interior... la apagó con un palo incandescente que ella misma se introdujo con enojo por donde podía ser molestada por el rey (Juan de Mariana, Historia General de España, m845).
"vinole tan gran tentaçion de la carne que no supo que se hazer" . "gran aborreçimiento de si misma de no aver detenido el pensamiento que le vino". "asió de un tizón ardiendo que çerca de sí halló, y metióselo por su miembro natural". "nunca jamás tuvo ayuntamiento á su marido, porque ella quedó tal que con continua enfermedad y trabajo vivió el tiempo que le turó la vida".

Francisco Javier Terán Reyes

miércoles, 28 de mayo de 2008

CUANDO DESPERTÓ, ¿LA ARQUITECTURA CONTEMPORÁNEA TODAVÍA ESTABA ALLÍ?



CUANDO DESPERTÓ, ¿LA ARQUITECTURA CONTEMPORÁNEA TODAVÍA ESTABA ALLÍ?
(Palabras de bienvenida a la asociación BALUARTE-TARIFA)

Siempre que una nueva asociación cultural inicia su andadura con el propósito de recopilar y difundir la historia de un lugar, se nos ofrece a todos aquellos que lo habitamos el mejor de los regalos posibles: el re-descubrimiento y el re-conocimiento de nosotros mismos.

La fórmula para este incremento de nuestro inventario antropológico es de sobras conocida, aunque no por ello inmediata en resultados: pasar por el tamiz de la observación crítica y rigurosa los elementos que a lo largo del tiempo hemos sedimentado sobre el lugar que habitamos.
Una exploración, en definitiva, campo a través dentro de ese paraje incierto denominado PATRIMONIO.

De entre todos los elementos que afloran en nuestras ciudades solo uno traduce, en su devenir histórico, toda nuestra trayectoria vital, social, económica y tecnológica, dado que su génesis y su evolución responden a la necesidad de dotar al hombre, imperfecto por naturaleza, de la perfección necesaria.
Este elemento fundamental y fundamentado no es otro que la ARQUITECTURA.

Es por tanto el elemento idóneo a través del cual desentrañar los hábitos y costumbres desplegados por una sociedad desde sus inicios a la actualidad, hecho que implica indefectiblemente abarcar la arquitectura de nuestros días: la ARQUITECTURA CONTEMPORÁNEA.

Esta Arquitectura, que en su praxis ejercita la abstracción, la re-interpretación y la actualización de elementos anteriores, vernaculares, desarrolla unos valores específicos, críticos con la ciudad heredada.
Cristaliza las nuevas formas de la socialización y el habitar contemporáneos, alimentándose de forma sustancial del desarrollo tecnológico.
Éticamente se caracteriza por su compromiso en el reconocimiento de su potencialidad para construir una ciudad más habitable, y por tanto más humana.

Sin embargo, a pesar de que esta arquitectura reflexiva y comprometida con su tiempo tiene mucho que aportar al conocimiento de la sociedad a la que sirve, resulta poco menos que desolador comprobar la indigencia que de ella hacen gala los estudios sobre el Patrimonio, los cuales la excluyen en virtud de ese perverso reduccionismo que antepone la cantidad (de espesor de pátina de tiempo sobre un elemento) a la calidad (constructiva, espacial, funcional, tipológica, etc.) como criterio de validación y valoración.

Esta negación a pasar la Arquitectura Contemporánea por el tamiz de la observación crítica supone una acotación interesada e innecesaria al conocimiento, haciendo del Patrimonio un traje a la medida de quien lo contempla.

Las razones de este ninguneo radican exclusivamente en el desconocimiento de esta Arquitectura, lo que aparte de deparar, en el mejor de los casos, desconfianza, lleva a confundirla con los banalizados y narcotizantes productos que el mercado inmobiliario oferta, de los que, obviamente, resulta imposible extraer valor alguno.
Estas realizaciones, en efecto contemporáneas, no son arquitectura, son construcción.

El peor de los casos tiene lugar cuando se constata que, epidérmicamente, esta arquitectura no reproduce los rasgos de una determinada arquitectura heredada, entronizada, canonizada y beatificada como la arquitectura típica de la ciudad por sobre el resto de arquitecturas que conforman un palimpsesto llamado ciudad.
Esta disidencia desata el anatema y el furor integrista y papanático.

Lo único cierto, objetivamente, es que el bagaje de la Arquitectura Contemporánea se encuentra en evidente desventaja (solo un siglo de producción) frente al gran cuerpo protoarquitectónico, pasto habitual de la disciplina patrimonial.

Pero como haberlo, hailo, y de gran trascendencia para comprender e interpretar la historia local, cito, cronológicamente en base a su construcción, tres ejemplos, más conocidos que apreciados, que supusieron una ruptura con las condiciones temporales-espaciales del momento:

- La población de Tahivilla, proyectada en 1934 por Fernando de la Cuadra e Irizar y recientemente incluida en el primer Registro Andaluz de Arquitectura Contemporánea elaborado por el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico.
La definición de su estructura urbana se confía a la ortogonalidad, parámetro eminentemente moderno y racional que en la consciente distorsión de la escala genera y jerarquiza ámbitos diferenciados.
La relevancia de este núcleo urbano descansa igualmente en su arquitectura, que reinterpreta en claves modernas la arquitectura popular andaluza sin caer en el fácil kitsch folclórico.

- El edificio que conforma uno de los linderos de la plaza de San Hiscio, proyectado como cine en 1960 por Carlos Solís Llorente y Antonio Sánchez Esteve.
Las excepcionales condiciones espaciales y volumétricas de la inicial caja de sueños, aniquiladas por sus posteriores conversiones en gimnasio y discoteca, no salvan al edificio de su condena a la hoguera por herejía al tipismo de la ciudad, por insertarse en una plaza tópica con la desfachatez de no subordinarse ciega y mimeticamente al entorno construido.
(¿Alguien conoce, o imagina, un equipamiento cultural colectivo con balcones de forja y macetas con geranios?)

- La Casa del Mar, proyectada en 1977 por Pablo García Villanueva y también incluida en el primer Registro Andaluz de Arquitectura Contemporánea.
Este bello edificio exento, que vincula y formaliza su contacto con la tierra a través de un basamento pétreo sobre el que se desarrollan, fragmentadas según sinuosos cuerpos volados de distinta materialidad, las distintas áreas funcionales que lo estructuran, hunde sus raíces en la blanca, anónima y silenciosa arquitectura popular andaluza, interpretada a través de la óptica de la corriente orgánica del movimiento moderno.

A tenor de todo lo expuesto anteriormente concluyo con las siguientes reflexiones:

Que, indiferente a todas las disquisiciones sobre la santa e incontestable arquitectura de la ciudad, la matemática de todo conocimiento antropológico, histórico o patrimonial es rotunda: más elementos a juicio, más hallazgos.
Por tanto, la travesía que nos conduce al encuentro con nosotros mismos requiere alforjas llenas de todas las arquitecturas de calidad ejercitadas en el lugar.

Que no es imprescindible esperar a que una densa pátina de tiempo recubra los objetos para validarlos, ya que no siempre es oro todo lo que envejece; y mientras la Arquitectura Contemporánea permanece cerrilmente recluida en el purgatorio patrimonial, negándosele la posibilidad de destilar conocimiento sobre nosotros mismos, otras arquitecturas desacreditan un paraíso inmerecido (véase el caso de la burda construcción que parasita el bello cerro homónimo, y que solo bajo una óptica quijotesca es capaz de presentar un atisbo de calidad constructiva, espacial o funcional).

Que contemplar las arquitecturas recientes como partes fundamentales y fundamentadas del Patrimonio no supone ninguna deslegitimación o adulteración de éste; supone enriquecerlo con los nuevos valores colectivos instaurados en la ciudad.
Sin embargo esta saludable dilatación del Patrimonio, que ya viene practicándose a escala autonómica a través del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico y que se ha materializado en la redacción del Primer Registro de Arquitectura Contemporánea, sigue chocando con el tozudo inmovilismo de los ámbitos inferiores, donde todo está por hacer.

Que como toda parte activa del Patrimonio, la Arquitectura Contemporánea ha de perseguir su invulnerabilidad, tanto física, como realidad construida, como mental, dentro del imaginario colectivo de la ciudad que la alberga.
Y para ello la mejor vacuna es la recopilación y la difusión pública de sus valores por parte de quienes tienen al Patrimonio como materia prima de trabajo; previo rearme, ético y estético, de una disciplina que tiene ahora como nuevo objeto de estudio una arquitectura cercana al día de hoy pero distante en el tiempo respecto de las que habitualmente pueblan sus mesas.

Solo de esta manera podremos decir, parafraseando a Monterroso, que cuando despertó, la Arquitectura Contemporánea todavía estaba allí.

Siempre que una nueva asociación cultural inicia su andadura con el propósito de recopilar y difundir la historia de un lugar, se nos ofrece a todos aquellos que lo habitamos el mejor de los regalos posibles: el re-descubrimiento y el re-conocimiento de nosotros mismos.

Si dicho viaje comprende todas las estaciones existentes, mejor.


SALUD y BUEN VIAJE.

José Ramón Rodríguez Álvarez
Mayo de 2008

lunes, 19 de mayo de 2008

Baluarte se Sumó a la Semana Cultural




Baluarte estuvo en los Centros de Primarias y Secundaría explicando y mostrando la Historia de Tarifa a finales de Abril, con motivo de celebrar la Semana Cultural. Alrededor de 30 alumnos de Primaria del CEIP Divina Pastora (Facinas) y 110 alumn@s de Secundaría pudieron disfrutar de una proyección.

lunes, 5 de mayo de 2008

ANTIGUA PLAZA DEL MESÓN



Y en esta plaza castiza, deforme y caprichosa, está la fuente, esa fuente pública que semeja propiamente al As de copas y cuya imitación la podemos encontrar a menos escala pero cuidadosamente imitada en el Pueblo Español de Barcelona, en una placita andaluza, remedo de la plaza de Peñaflor de Ecija.
Fue en tiempos esta plaza del Mesón, o de los Mesones, calle del Trajín. Una plaza deforme y abierta de donde se inicia la cuesta para ir al Barrio de Jesús. Tiene solera y cosa esta plaza, de la que el sol no se aparta en todo el día. Chocó el que en el edificio de la antigua cárcel pública, encima mismo de una de las brigadas que entonces era lo que se llamaba sala audiencia, existía una habitación de una casa particular que tiene su entrada por la calle Aljaranda.
De nuevo, es esta plaza con solera, una plaza del Mesón que sería del Barrio Viejo, una plaza que podríamos llamar el comienzo del pueblo nuevo y es por dicho argumento que durante mucho tiempo se le conoció como plaza Nueva.

Lo del Mesón no será preciso aclarar que le viene por la posada o mesón que existía por aquel entonces, tal es el caso de la posada de los Rambaud, que se localizaba en lo que es el antiguo edificio aún existente de la Cofradía de pescadores. Sin embargo por allí debió de existir más de una posada, ya que por aquel entonces se le llamaba no del Mesón, sino de los Mesones. Nombre éste de los mesones que se le daba a toda la calle hasta la Puerta del Mar mismo.
Esta plaza del Mesón que siempre formó parte integrante de la antigua calle del Mar, hoy Guzmán el Bueno, fue siempre escenario de recordadas manifestaciones piadosas. Cuando abierta al culto la iglesia de Santiago, más tarde llamada de Jesús en Semana Santa, se hacía en esta plaza la procesión del Encuentro del Nazareno y la Virgen del Desconsuelo.

El nombre de Valdés se le dio a esta calle en 1840. Este señor no es otro que el famoso coronel Francisco Valdés, el mismo que capitaneando a 65 o 70 facciosos, se apoderó de Tarifa en la mañana de 3 de agosto de 1824, en cuyo vandálico suceso tanto sufrió el vecindario tarifeño. El mismo que al apoderarse de la isla de las Palomas, sorprendiendo a la escasa guarnición, dio libertad a los reclusos de aquel presidio que se le unieron como fuerzas revolucionarias y que dueños de la situación se dedicaron al pillaje y saqueo de la población. Un chispazo más de la revelación ante el aireado retorno de Fernando VII al absolutismo.
En esta dicha calle estuvo el matadero, situado al principio de la calle, en la Puerta del Mar mismo, de ahí que al puente existente sobre el arroyo se le conociera como puente del matadero. Permaneció allí hasta que éste fue trasladado a la tenería vieja y en el mismo lugar que hoy está la fábrica de conservas de pescados, de los sucesores de don Salvador Gutiérrez. Después más tarde de aquí el matadero fue a parar al de la Plaza de toros que se construyó por acciones y que aún se conserva su sociedad propietaria llamada Constructora Urbana.
Pero volviendo a nuestra calle del Mar, de los Mesones, de Valdés o de Guzmán el Bueno, en la cual existió además del matadero o casa de matanza, albergó también el Pósito Agrícola o Casa Panera, también albergó esta calle el cuartel de caballería, cuyo edificio en el año 1841 fue reparado por el propio Ayuntamiento, para cuyo coste se creó un arbitrio especial que consistía en dos cuartos en la libra de todas las carnes.
Todo un proceso evolutivo marcado por el paso del tiempo sufrió la calle del Mar – aún hay quien así la sigue llamando- para denominarla más tarde como digo de los Mesones, después de Valdés, y por último, allá por el año 1863, aunque creo yo que tardíamente el nombre de Guzmán el Bueno.


Francisco J.Terán Reyes